MI VIDA ES JODIDA (Testimonio)


No es fácil. Entiendo que desde fuera lo parezca pero no es fácil.
Son muchos, muchos días, los que las sensaciones de tu cuerpo no permiten que hagas las cosas que se le suponen a una persona normal, ni al ritmo que se le supone a una persona normal.
No es fácil ver que no puedes dedicar demasiado tiempo a una faena por que te obsesionas con hacer más y mejor y más y mejor y acabas en un cruce de caminos donde uno te lleva a la manía total sin frenos que sabes que no podrás controlar y otro te lleva a la tristeza más absoluta. Una tristeza que se alimenta de tu falta de autoestima, de tu inseguridad, de tu miedo y se agarra a tu piel por dentro encogiéndote cada vez más y más. En el mejor de los casos, yo que estoy controlada, medicada y me conozco bien PARO.
No elijo ningún camino. Paro y convivo con la angustia y la ansiedad de saber que estoy parada.
Pero hay tantos días que no puedes más. En verano te deshidratas. Mucho. El plenur estabiliza pero tiene esas cosas. En otoño la angustia. Es como un yunque que se apoyara aquí, justo bajo el pecho, sobre el estómago, pegadito al esternón. Un yunque que pesa y que coge mucho sitio. Los pulmones pierden capacidad y claro, no puedes respirar. Y entonces te cansas. Más de lo que debieras. No tienes suficiente oxígeno y además arrastras ese peso muerto y tu cuerpo te pide descansar. Descansar y dormir. Tienes sueño. Siempre. Constante. Es como una maldición. La calidez del sol o la brisa en la sombra te hipnotizan igual. Y tienes sueño cada momento y sólo en la cama abrazada por tus cojines y sábanas te sientes bien.
Pero vuelve la culpa. Y cómo está la casa. Y el trabajo. Y las cuentas en números rojos. Y no puedes hacer nada. Y tienes que hacer. Pero no puedes. Y la ansiedad te devora cada noche y acabas durmiendo leyendo twitter para no pensar más que en las sandeces de quienes creen que la vida es lo que nos han dicho que es. Pero no es cierto, no te duermes por aburrimiento, te duermes por agotamiento. Un agotamiento que al despertar no se ha ido si no que vuelve con cada imagen que te trae el entorno que te recuerda que el tren sigue adelante y tu estás parada en la estación como si fuera a venir otro después.
Y mientras vives todo eso, de tanto en tanto, logras hacer algo productivo. Un post. Una foto. Un mensaje. Y piensas que ya lo tienes. Que has vuelto. Pero al segundo siguiente tu concentración ha vuelto a perderse. Y comienzas a divagar en lo que querrías hacer pero no lo haces. POR QUE NO PUEDES. Y tu cuerpo cada vez padece más. Tiemblas como una hoja. Tus manos no sostienen un lápiz y casi no puedes escribir con el móvil sin hacer faltas de ortografía otrora aberrantes o erratas injustificables.
Y aun así, lo peor, lo que más te duele, lo que más sufres, es que te cuesta muchísimo leer. Coges el libro y te duermes. Y al rato te despiertas lo coges de nuevo y te vuelves a dormir. Por que tu cuerpo y tu cerebro quieren dormir aunque tú quieras leer.
Y eso sí te duele. Por que vives sola, al lado sólo de tus más íntimos, pero hay quizás a 4 ó 5 personas a lo sumo con las que hables cara a cara a la semana por que, por si te faltaba algo, después del 2015 tu memoria se vio afectada y relacionarte es un infierno. Además de que no entiendes la forma de relacionarse de la gente. Ni la compartes. Ni puedes ir al ritmo que hoy se espera de una relación. Qué tiempos aquellos de las cartas por correos. Sabías de alguien cada dos o tres meses y podía ser tu mejor amiga.
En fin, que estás sola en tu mundo, a tu ritmo. Y no, no te sientes sola. Pero quizás, en gran parte, por que tus libros están ahí. Él, la pequeña, el pequeño, el peludo y tus libros. Tu mundo entero. No necesitas más.
Y es difícil. Ha sido muy difícil entender que muchas veces en mi vida, muchos días y muchas épocas, no puedo leer. Ni escribir. Ha sido tremendamente difícil por que durante un tiempo era todo lo que me mantenía estable. Hoy no lo es. Pero no deja de costarme muchísimo no poder disponer de ello para huír de los sentimientos, culpas, vergüenzas que aprendí un día que debía tener por ser diferente, rara, loca, oficialmente no válida.
Mi locura me empoderó. Sí. Pero no es fácil. Por que me empoderó por dentro y puedo convivir con ella y frenarla. Y sé buscar ayuda médica y los recursos necesarios para no irme al carajo. Sé racionalizar. Aunque luego deba dormir tres días tras la batalla. Sé que tengo medicación que no hace falta vivir con la ansiedad constante. Aunque eso me suponga luego una mente aletargada. Y me compensa.
Me compensa por que mi enfermedad mata. El trastorno bipolar, la depresión y también la manía, mata. Y no quiero que me mate. Quiero vivir. Sólo vivir. En paz conmigo.
Y quiero vivir en paz conmigo misma por que sé que nunca viviré en paz con el mundo. Por que sólo hay una norma que le sirva a este sistema y yo no sirvo como medio de producción ni como objeto de consumo. Así que supongo que sí, efectivamente soy inválida y soy afortunada de que al menos se me reconociese así ya que esto es jodido, mucho.
No necesito más que lo básico y aunque el sistema no me lo proporciona, mi entorno siempre está ahí.
No es fácil por que mi equipo para este torneo que es la vida lo formamos dos que estamos en la misma tesitura. No igual pero sí parecida. Y llevar lo de uno y apoyar lo del otro es doblemente agotador. Pero también es gratificante por que poder mostrar la diversidad que hay entre las personas, la grandeza que puede aportar cada una de nuestras diferencias al mundo, etc. Compensa los esfuerzos.
Este no es un texto para quejarme. Este no es un texto para reivindicarme. Probablemente este sea un texto para disculparme por desaparecer de nuevo y volver y volver a irme. Pero como sé que no tengo por qué disculparme por aquello que me hace ser yo, quiero que este sea un texto de VERDAD.
Por que se puede con todo sí. Pero joder cómo cuesta.
Y cada día es una cima que se asciende. Y cada aprendizaje sale de una caída. Y siempre se puede seguir por que lo único que se necesita para seguir adelante es tener vida. Y eso lo tenemos.
Pero cuesta. Y no puede menospreciarse.
Así que las personas que tenemos patologías no nos pidamos ser NORMALES. Y aquellas que aun no están diagnosticadas no nos pidan que hagamos una VIDA NORMAL. Por que lo normal no existe. La vida que vivimos es artificial y la hemos creado entre todos: hábitos, creencias, costumbres, horarios, calendario…
Quizás sería mucho más fácil para nosotras las etiquetadas que pudiéramos respetar nuestros ritmos y contáramos con el soporte del resto y SEGURO que para los no etiquetadas sería súper enriquecedor poder descubrir que hay tantas personas con distintos puntos de vista y formas de sentir y vivir. Y seguro que la mayoría también le gustaría empezar a respetar su propia vida, su propio ritmo y sus necesidades.
Supongo que al final este texto sólo pretende que intentemos reflexionar. Nosotras de por que nos queremos siempre disculpar y las demás de por qué no podemos encajar.
Y por supuesto no acabo sin decir que, nuestras limitaciones son nuestras pero dejan de serlo y se convierten en otra forma de hacer si nosotras lo hacemos posible (medicación+psiquiatras+psicólog@s). Sin esa implicación y responsabilidad para con une misme no pidamos al resto integración.
SI dejamos de quejarnos, de echar culpas fuera y de ahogarnos en que debemos sufrir (todo creencias y modos de actuar sociales) reinventaremos el mundo. Si no, seguiremos siendo parte del problema. Si necesitas ayuda: DÉJATE AYUDAR.
Y recuerda que no te ayuda quien te dice lo que quieres oír si no quien te arroja al abismo de ti misme para que desde ahí aprendas a vivir siempre en la luz de tu propio corazón.
No es agradable. Al principio. Pero vivir consciente y coherente contigo es la sensación má maravillosa que puede tenerse. Por mucho que el cuerpo vaya con sus síntomas físicos por su lado esa luz dentro… ya no se apaga.

Comentarios