NO ESTÁS SOL@

Hoy Robbie Williams y el recuerdo que al leerle nos ha evocado de Carrie Fisher inspiran nuestro post.

Cuando enfrentamos cualquier tema en Rc19 intentamos partir de una máxima: PENSAR SIN PREJUICIOS. Si bien sabemos que son inevitables, todos los llevamos dentro. En muchos casos por que la sociedad o la cultura en que vivimos nos los imponen sin que nos demos cuenta. Así que no podremos controlar parte de esas sensaciones ante lo desconocido o diferente.

Pero identificar esa serie de sentimientos con un prejuicio que tenemos o hacemos nos permite enfrentarlo. Nos permite entender que basta con mirar fuera y dentro un par de veces para saber que algo de lo que nos han enseñado no cuadra. Y nos permite saber que podemos desaprender y con ello aprender una nueva visión del mundo, que esta vez sí, elegiremos nosotres mismes.

Vivimos en una sociedad que nos impone una serie de normas para que podamos considerarnos “persona” absolutamente contrarias a lo que realmente es “ser persona”, esto es simplemente, cada cual un individuo único. No hay dos personas idénticas, ergo no puede haber una sola forma de razonar, sentir…

Sin embargo, en nuestra sociedad se nos exige cumplir con una serie de leyes no escritas a las que nos aferramos para poder ser considerados de tú a tú para los demás. Todo lo que se salga de ahí es una rareza, pero en lugar de valorarlo como simplemente eso y practicar una de nuestras cualidades más destacadas como especie, la adaptabilidad, o incluso poder sacar todo el partido de esa diferencia para enriquecernos todes, la identidad que artificialmente hemos construido en función de lo que para el grupo soy, el traje de ego con que nos relacionamos, siente la amenaza al vivirse como “distinto”, “salirse de la norma”  o enfrentar simplemente algo que sale fuera de su limitada comprensión. Es entonces cuando  sacamos esa rareza fuera, es decir, la deja a un lado de nuestra identidad, con lo que “despersonalizamos” esa diferencia.

Seamos nosotros o sea otro quien de pronto debe enfrentarse a algo que sale fuera del limitado muestrario de posibilidades que socialmente nos permitimos, debemos tener claro que esa “despersonalización” de una parte de nosotros es el primer y principal problema con que nos encontramos para poder seguir teniendo una vida totalmente plena.

Los prejuicios son la base del estigma que persigue a la salud mental.

No son las enfermedades mentales, no son los síntomas, no es la situación que no entendemos, no es la medicación, no son las batas blancas, no es el tipo de consulta, no es el colegio, el instituto o la universidad, no son los compañeros de trabajo, no es la autoestima, no es la imagen, no es el peso, no es la ropa…

Lo único que hace que no podamos avanzar en naturalizar y comprender que: 

cuidar, valorar y trabajar la salud mental DE TODES Y CADA UNE DE NOSOTRES como algo absolutamente imprescindible, esencial e irreemplazable para vivir…

ES TU MIEDO.

Identificar ese miedo, enfrentarlo y entender que no es un miedo natural si no que nos lo han enseñado, y que hoy en día, en un mundo donde hemos avanzado tanto, ya no tiene sentido alguno, nos permite comenzar a hablar e informarnos.

Y eso es vital. Hablar de ello, incorporarlo a nuestro imaginario individual y colectivo permite conectar desde la razón y el control de nuestro pensamiento, con la idea de salud mental.

Interiorizarla  es la manera de que la instalemos donde toca, esto es, en nuestra identidad. Porque también forma parte de nosotres. Y poder hablar libremente y sin miedos ni lastres sobre ello es el primer paso no sólo para una vida más armoniosa donde no negamos TODO  lo que somos, sino también para trabajar si lo necesitamos, ya sea porque individualmente vivamos una circunstancia menos “normativa”  o por que sea alguien de nuestro entorno quien lo esté viviendo.

Sin miedo al fracaso no hay vergüenza.

Sin miedo al qué dirán no hay tabúes.

Sin miedo a ser distinto no hay esclavitud social.

Sin miedo a lo diferente no hay distancia.

Sin miedo puedes acompañar o dejar que te acompañen.

Recuerda que ese miedo no es más que un prejuicio.

Desapréndelo y sigue.

Siempre hubo, hay  y habrá quien grite si hace falta aquello que no te atreves a expresar e inspirarte para ver que no pasa nada. Cuando sueltas lastre, puedes volar.

No estás sol@.

Hoy gritaremos por ti. Cuando estés list@, vente y grita con nosotr@s.



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